Por Mtro. JOSÉ A. ORDOÑEZ GONZALEZ.
El respeto de los derechos humanos en México pareciera que va en retroceso, no obstante que desde principios de los años 90 se inició en nuestro país un gran movimiento para intentar protegernos de los actos arbitrarios de las autoridades. Con Carpizo McGregor al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, abundaron las Quejas en contra de la Secretaría de la Defensa Nacional, PGR y su nefasta y temida Policía Judicial Federal y, en contra de los agentes judiciales de las Entidades Federativas. De un extremo de abuso desmedido de las autoridades, sobre todo en el tema de tortura y detenciones prolongadas y arbitrarias, pasamos al otro extremo, de criminalizar todos los actos de esas autoridades y con un claro afán de acusarlos y encarcelarlos por cualquier queja ciudadana. Con el paso del tiempo se fueron equilibrando esas posiciones y, finalmente en época reciente se tuvo un grave retroceso al permitir los gobiernos neoliberales, la violacion cotidiana de los derechos humanos de las personas. Ayotzinapan, Tlataya, los migrantes asesinados y carbonizados en Ciudad Camargo. Tamaulipas, y muchos casos más que reflejan por un lado la complicidad de nuestros gobernantes con los grupos criminales y por otra parte la total pérdida de valores de la sociedad. Ya la vida no vale nada, no como lo imaginó José Alfredo Jiménez, en su canción ranchera, sino como la insignificancia que el valor por la vida actualmente tiene en México. Eso es lo AMARGO que los ciudadanos padecemos a diario. Hay zonas en el país totalmente captadas por el Crimen Organizado con la complacencia de los gobernantes en turno, que se enriquecen con los dineros que reciben por hacerse de la «vista gorda» , sin importarles lo que sufren miles de familias a las que les han matado o desaparecido a algún ser querido. La esperanza resurge con el gobierno actual, que ha dado señales claras que se combate la corrupción y la impunidad. Y lo DULCE resulta de la aceptación que ya nuestro gobierno ha hecho de las sentencias emitidas por la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, como consecuencia de la suscripción que nuestro país ha realizado de Tratados y Convenios en la materia, mediante las cuales se ha obligado al gobierno mexicano a reconocer su responsabilidad en casos ventilados ante esa Corte Internacional, respecto a violaciones graves a derechos humanos. Tan es así, que se ha obligado al gobierno a resarcir los daños y a pedir disculpas públicas. Y de este modo, se retoma en México la cultura de respeto a los derechos humanos y, nos encaminamos nuevamente a ese equilibrio que los ciudadanos requerimos. Así México acepta la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y por ende acepta sus resoluciones. Si no existe justicia en nuestro país en esta materia, al menos tenemos la posibilidad que esa Corte Internacional, por intermediación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, nos defienda y proteja contra los actos arbitrarios de las autoridades. He dicho!