Por el Mtro. José A. Ordoñez González.
El municipio de Altamira, Tamaulipas, representa el futuro económico, político y social, al menos en el sur del estado. Cuenta con una extensión territorial de 1666.5 kilómetros cuadrados que representa el 1.07 por ciento de la extensión total de la entidad y un presupuesto anual por alrededor de los 1069-mil sesenta y nueve millones de pesos, además con una importante zona industrial y zona portuaria que cada día crece en sus operaciones.
En Altamira había prevalecido una clase política dominante, basada en Cacicazgos que imponía a Candidatos en la mayoría de los partidos políticos, previo acuerdo sobre quien al final de cuentas se llevaría el triunfo electoral y por ende la Presidencia Municipal. Esa fue por años la única forma de hacer política en aquella localidad, con la anuencia y complacencia de los señores caciques, lo que significaba una falta grave de respeto a la voluntad popular, y los principios democráticos que rigen a las sociedades civilizadas.
Lo AMARGO en este caso lo constituye la forma como se tomaban las principales decisiones de la vida publica en Altamira, en el pleno caciquil que llevaban a cabo cada ocasión que lo ameritara, sobre todo en tiempos electorales, haciendo parecer como un verdadero ejercicio democrático la elección del alcalde y diputados en turno. Como dicen de forma coloquial: “estaba todo arreglado”.
Sin embargo, en el ámbito político, en las pasadas elecciones municipales, la ciudadanía altamirense decidió acabar con el dominio caciquil que imperaba desde varias décadas en esta zona del sur del estado y dar su voto de confianza al Licenciado ARMANDO MARTINEZ MARIQUEZ, que fuera postulado por la Coalición Morena-PT. Un hecho insólito que merece el reconocimiento al propio alcalde electo, a su equipo, pero sobre todo de los ciudadanos que votaron.
Corresponderá al joven y bien intencionado político ARMANDO MARTIINEZ MANRIQUEZ enarbolar en Altamira, los principios de la 4T para lograr el cambio verdadero por el que votaron miles de altamirenses. Ese será su mayor reto.
Lo DULCE en este caso se deriva del rompimiento a ese dominio hegemónico ejercido por décadas por Caciques locales, a quienes ahora le toca jugar el papel de oposición, al que desde luego no están acostumbrados y, por ello les será una tarea difícil de llevar a cabo, porque ya no contaran con recursos públicos para disponer en la compra de voluntades. Esos cacicazgos se verán mermados, por lo que dependerá del alcalde electo lograr que los mismos se disipen con el tiempo.
Se cierra un ciclo en la vida política de Altamira y nace otro lleno de esperanza con ARMANDO MARTINEZ MANRIQUEZ, de quien la ciudadanía espera lleve a cabo los cambios necesarios que se traduzcan en beneficios reales y efectivos para el pueblo.
Vivir para servir y no para servirse; no mentir, no robar y no traicionar. Principios éticos que los de morena y los de la 4T pregonan. Sera interesante observar si los alcaldes y diputados electos postulados por la coalición morena-PT, los cumplen a cabalidad. He dicho ¡