AGRIDULCE. Expresiones y más.
Por el Mtro. José A. Ordóñez González.
¿Estaremos los mexicanos condenados a realizar por siempre sacrificios mayúsculos para que el país no se hunda y, de ese modo salvarlo cada cierto tiempo de la debacle social, económica y política?
Nuestros gobernantes y políticos, desde los años 70 con sus esquemas populistas y, posteriormente a partir de 1984 con el neoliberalismo impulsado por Miguel de la Madrid y continuado por sus alumnos Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, a la postre exacerbado por los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón; y , rematado por el Priista Enrique Peña Nieto, fueron coincidentes en pedir y exigir que el pueblo de México se apretara el cinturón e hiciera sacrificios enormes, para sacar al país adelante.
Para contextualizar, es menester traer a colación la mente brillante de la filósofa y escritora estadounidense AYN RAND que, en el año de 1950, entre otras cosas afirmaba lo siguiente (palabras que ahora resultan proféticas, al menos en el caso de nuestro país):
“Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hace ricos por el soborno y por influencias mas que por su trabajo, y, que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocárteme que tu sociedad está condenada”.
A través de estos últimos años, la ciudadanía ha mostrado un mayor interés en los asuntos políticos, sociales y económicos del país y del mundo, porque la globalización nos ha obligado a estar atentos de lo que sucede en cualquier parte de nuestro planeta, máxime si nos trae graves consecuencias.
En México pasamos de la perdida del valor adquisitivo de los salarios de los trabajadores, las escandalosas y estrepitosas devoluciones del peso, que hasta le quitamos tres ceros nuestra moneda, los grotescos actos de corrupción de nuestros gobernantes y un reducido grupo de seudo empresarios a los que se les vendió a precios irrisibles las principales empresas públicas, bancos, minas, teléfonos de México, Ferrocarriles, y muchas más; y en cada escándalo, los que debíamos pagar las consecuencias y amarrarnos el cinturón fuimos el pueblo, los del grupo en el poder seguían despilfarrando los dineros públicos y salvando a los Baqueros en lugar de apoyar al pueblo.
Lo AMARGO de todo eso es precisamente que es el pueblo quien debe pagar y sufrir las consecuencias de los malos gobiernos, cuando son los trabajadores quienes producen y aportan lo necesario para salvar al país en cada ocasión; es un sacrificio constante. Y vemos como la Corrupción es recompensada y la honradez es un auto flagelamiento.
Como es posible el nivel de desigualdad social que existe en nuestro país, con un grupo reducido de millonarios, que les alcanza para ser considerados dentro de los más ricos del mundo por la revista Forbes; y, un pueblo que en su mayoría vive en pobreza, muchos al extremo, que no cuentan con lo mínimo para sobrevivir.
Tenemos servidores públicos que perciben salarios de 600 mil pesos mensuales, como los Ministros de la Suprema Corte de la Nación, inclusive un simple funcionario de mediano nivel como el ex director del Infonavit en el Gobierno de Peña Nieto, David Penchyna Grubx, tenía un salario por encima de los 700 mil pesos mensuales. Comparado con los 4 a 5 mil pesos mensuales que percibe un empleado.
De ese tamaño ha sido el cinismo y la desvergüenza de nuestros servidores públicos, convertidos en perversos abusivos que se sirve del erario publico y que no llegan a los cargos públicos para servir y apoyar al pueblo, sino para enriquecerse.
De todo esto, lo DULCE deviene de las acciones que esta tomando el actual gobierno para exigir mediante reformas constitucionales, que los servidores públicos perciban un salario menor al del Presidente de la Republica. Al menos es un avance, aun con la renuencia de algunos, que alegado pertenecer a otro Poder distinto del Ejecutivo, continúan sin reducirse sus estratosféricos sueldos.
Lo cambios en esta ocasión son para bien, al menos eso parece, se esta llevando a cabo una gran cruzada contra la corrupción y la impunidad. Ahora personajes de primer nivel de gobiernos pasados enfrentan la justicia y responden por sus actos de corrupción.
El optimismo de la sociedad crece, se apoya a las clases vulnerables abandonadas por los gobiernos neoliberales, se atienden a los de la tercera edad, se proveen becas y apoyos para niños y jóvenes, las madres solteras y personas con discapacidad al fin son atendidas. Aun no se logra el universo de ciudadanos que requieren de los apoyos, pero se ha avanzado de manera significativa en el país en esas tareas. Por ello estoy seguro que no seremos una sociedad condenada.
Es verdad, los mexicanos estamos hechos para el sacrificio, pero ¡ya basta ¡. Toca ahora que los servidores públicos sirvan al pueblo y no se sirvan de sus encargos. Y que a partir de este gobierno sean ellos los que realicen el sacrificio; y no el pueblo. Lo exigimos todos. ¡ He dicho ¡