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AGRIDULCE: UNA HISTORIA DE ÉXITO NO CONTADA; LULA PARA EL MUNDO.

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-AGRIDULCE: UNA HISTORIA DE ÉXITO NO CONTADA;  LULA PARA EL MUNDO.


AGRIDULCE, EXPRESIONES y MÁS.
Por José Ángel Ordóñez González.

En su primer intento por llegar a la presidencia de Brasil, en 1989, LULA D SILVA se quedó a unos cuantos puntos del triunfador en la segunda vuelta, con el 47% de los votos. Luego de tres intentos fallidos (1989, 1994 y 1998), en la segunda vuelta de las elecciones de 2002 logró ganar con el 61% de la votación. En 2006 nuevamente ganó la elección, también en la segunda vuelta, con poco más del 60% de los votos.

Sin duda que, al realizar un balance objetivo de los gobiernos de Lula, resultan muy positivos, sobre todo en materia de finanzas públicas y de bienestar social.

Para ello, las administraciones de gobierno de LULA, lograron el fortalecimiento del sector externo de la economía brasileña y una política macroeconómica exitosa -ortodoxa, según los analistas- que le permitieron mantener un superávit fiscal superior al exigido por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Durante el tercer año (2005) de su primer gobierno y dos años antes de lo planeado, Brasil liquidó su deuda con el FMI; esto fue bien recibido por la comunidad financiera internacional y mereció la felicitación de su director gerente, Rodrigo Rato.

Pero lo importante y trascendente es que en los ocho años de gobierno de Lula -de 2003 a 2010- Brasil cuadruplicó su Producto Interno Bruto (PIB): pasó, en números redondos, de 500 mil millones de dólares en 2002 a 2.2 billones de dólares en 2010. En 2021 el PIB de Brasil había caído a solo 1.6 billones de dólares. Lo más significativo es que, como consecuencia de la exitosa política social de los gobiernos de LULA, el crecimiento del PIB se tradujo en una importante disminución de las brechas de desigualdad en términos reales.

Desde el inicio de su primer gobierno, LULA se planteó como el principal objetivo de sus gobiernos, reducir significativamente los niveles de pobreza y de desigualdad en Brasil. Cuando llegó al gobierno, 54 millones de personas padecían hambre. Lula dijo: “si termino mi mandato y todo brasileño desayuna, almuerza y cena, habré cumplido la meta de mi vida”. Los resultados de sus exitosos programas sociales “Bolsa Familia”, “Hambre Cero” y “Mi Casa, Mi Vida”, dirigidos a familias en situación de pobreza y pobreza extrema, le permitieron acercarse a su meta: 36 millones de personas salieron de la pobreza y otros 40 millones pasaron de la pobreza a la clase media baja.

Por esa exitosa forma de gobernar, como un presidente que encabezó un gobierno de izquierda responsable, mereció el reconocimiento de líderes políticos como el primer ministro del Reino Unido, TONY BLAIR, y el presidente estadounidense, BARACK OBAMA. Por ello, al termino de su segundo mandato, tenía una aprobación de 87%.

Con Lula se demostró que el bienestar social estriba en una mejor distribución de la riqueza.
Valorando sus dos gestiones al frente del gobierno de Brasil, en 2010, el Foro Económico Mundial de Davos le otorgó el “Premio al Estadista Global” por su contribución a mejorar el estado del mundo, su compromiso con los actores globales, su lucha contra la pobreza y la búsqueda de la justicia social y por colocar a su país, Brasil, a la vanguardia del crecimiento económico global, según las palabras del fundador y presidente ejecutivo del Foro, KLAUS SCHWAB.

Como una mala estrategia, resulta increíble que las descalificaciones utilizadas por la derecha para denostar la candidatura de LULA en el año 2022 busquen sustentarse en los mismos supuestos “riesgos” para la economía brasileña, si gana Lula. Las mismas falacias que se usaron hace dos décadas y que, a juzgar por los resultados de sus gobiernos, ahora son no solo insostenibles sino ofensivas para el electorado de Brasil. Se acercan las elecciones de la segunda vuelta en aquel país sudamericano y LULA es el favorito sobre el actual mandatario BOLSONARO.

Es menester recordar que de cara a las elecciones presidenciales de Brasil en 2018 el propio LULA fue imputado en diversas causas penales. Pasó más de año y medio en la cárcel y fue liberado en 2019 luego de que sus condenas fueran anuladas y resultara absuelto en otros juicios en su contra, debido a violaciones a su derecho a la defensa, ausencia de pruebas y falta de imparcialidad del juez del caso Lava Jato, SÉRGIO MORO, a la postre ministro de la Suprema Corte de Justicia en el gobierno de JAIR BOLSONARO.

Ahora a la distancia resulta por demás creíble la afirmación de LULA de que no se estaba juzgando a una persona sino a un modelo de gobierno. A todas luces, el objetivo inmediato de las imputaciones y de la ilegal condena en su contra, en 2017, fue descalificar los logros de sus gobiernos e impedir que se presentara a las elecciones de 2018, con lo que se allanó el camino de BOLSONARO a la presidencia de Brasil.

El triunfo de LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA en la elección presidencial de este año debiera ser visto como una muy buena noticia no solo para las y los brasileños, sino para América Latina y el mundo. Significaría el triunfo de un político de izquierda, coherente, ajeno a la polarización y con un programa progresista de gobierno.

Como un gran conciliador, LULA ha dicho que la política no necesita groserías; que “hay que ser duro, pero con finura”; y que “no hace falta llamar al otro, canalla, ladrón, bandido”. Una lección que convendría que asumieran algunas y algunos de los aspirantes a competir en las elecciones federales y locales en nuestro país en 2024.

A mis millones de lectores les comento que, en su país, el triunfo de Lula representaría más inversión pública para las políticas sociales que ya demostraron ser exitosas y que permitieron garantizar derechos sociales y laborales en un contexto de crecimiento económico y prosperidad con una mejor distribución del ingreso y de la riqueza.

Sin duda que para América Latina sería dar otro paso hacia la conformación de un bloque de gobiernos de izquierda, democráticos y con una agenda efectivamente progresista, como lo han sido recientemente los de Mujica en Uruguay y Lagos y Bachelet en Chile y como seguramente lo serán los de Boric en Chile y Petro en Colombia.

Lo AGRIDULCE, es que para la derecha sería un retroceso en sus ambiciones para dominar Brasil, con todo y que, para el mundo, el triunfo de LULA significaría abrir el camino hacia una economía verde en Brasil que permita frenar la deforestación de la Amazonia. Permitiría, además, cerrarle el paso a los populistas de derecha y sería una lección para quienes, aún después de BOLSONARO, TRUMP, JOHNSON y compañía, apuestan por candidatos con ese perfil. Un antes y un después, como referencia LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA.

Al final, la fórmula de los gobiernos de éxito de LULA en Brasil, deberían ser emulados por los gobiernos del resto de los países del planeta. Aprendamos de los buenos ejemplos. ¡HE DICHO ¡

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