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México se aísla del mundo
Jorge Santibáñez.

La semana pasada, AMLO se reunió con el hermano y el padre de JULIAN ASSANGE, el hacker australiano que filtró e hizo públicos una importante cantidad de documentos secretos y altamente comprometedores de la política exterior estadounidense, acción por la cual tiene cuentas pendientes con ese país que desde hace años busca extraditarlo y presentarlo a la justicia. El espacio dedicado a los familiares de Assange se suma a la invitación que hizo a su esposa como “invitada especial” a los actos de celebración de la independencia mexicana.

AMLO lo ha presentado como un adalid mundial de la libertad de expresión y el acceso a la información pública. En esa lógica ha asumido su defensa que es bastante contradictoria como muchas de sus acciones al bloquear el acceso a la información de la secretaría de Defensa, boicotear al Instituto Nacional de Acceso a la Información o callar ante pruebas de que el ejército mexicano usa software para espiar a defensores de los derechos humanos.

No alcanzo a explicarme cómo concilia, al amparo de la libertad de expresión, la defensa de un hacker, aun bajo el supuesto de que se trate de una víctima de una persecución injustificada, y sus acciones cotidianas en contra de esa misma libertad o los ataques a periodistas.

Me queda claro que ese tipo de acciones reflejan las pasiones personalísimas de AMLO, basta ver la lista de “invitados especiales” a la celebración de la independencia en la que figuran, además de la esposa de Assange, la hija del Che Guevara y el hijo de Martin Luther King. Pero estamos hablando del presidente de México y en cada uno de sus actos oficiales, en tiempos e instalaciones pagados con recursos de los contribuyentes, en una democracia, es más que justificado preguntarse en qué le conviene eso a México y si ello refleja las prioridades de sus gobernados. De nada sirve que diga que hace lo que el pueblo le dicta, cuando sus acciones de todos los días son reflejo de lo que solo él quiere hacer. La celebración de la independencia mexicana no es una fiesta privada de AMLO y su familia.

Solo por citar algunos ejemplos, AMLO ha rechazado reunirse con los partidos de oposición mexicanos, no se reunió con las víctimas sobrevivientes del incendio en el centro de detención de migrantes en Ciudad Juárez o con las familias de los fallecidos en el accidente de la línea 12 de metro de la Ciudad de México, pero sí con los familiares de Julian Assange. ¿Eso refleja las prioridades de México como país?

Surgen otras preguntas. Al ser Julian Assange un personaje mundial que no hackeó un solo archivo mexicano, la defensa de AMLO es internacional, ¿Cómo defiende AMLO frente al mundo los valores mexicanos? ¿Cómo promueve a México nuestro presidente? Porque la defensa de Assange, aun aceptando que fuera justificada en función de principios fundamentales, contrasta con el silencio ante las decenas de cubanos, venezolanos o nicaragüenses perseguidos y encarcelados por sus gobiernos, exactamente por la defensa de los mismos principios.

En casi cinco años de gobierno, AMLO no se ha reunido una sola vez con la comunidad mexicana en Estados Unidos. Cada mes festeja las remesas que envían, pero no se ha reunido con ellos. ¿Acaso el padre y hermano de Julian Assange son más merecedores de un espacio en la agenda presidencial que los mexicanos en Estados Unidos?

Desde Luis Echeverría en los años 70, todos los presidentes se han reunido con las comunidades mexicanas en Estados Unidos, todos han visitado alguna ciudad en ese país con fuerte presencia mexicana. Desde el sexenio de Salinas de Gortari, todos han ido a Los Ángeles, California que es donde viven más migrantes mexicanos. Todos menos AMLO.

Desde el sexenio de Salinas de Gortari todos los presidentes mexicanos, durante su gestión han hecho más de 50 visitas a otros países para promover la cultura, el comercio, la economía y el turismo, para suscribir acuerdos con otros países, intercambios culturales, becas para estudiantes, promover a artistas o encabezar exposiciones de productos mexicanos.

AMLO, en lo que va de su mandato y descontando la intervención en la ONU que todo presidente de cualquier país miembro hace, ha visitado tres veces a Estados Unidos para solamente una reunión de menos de una hora en cada visita y una gira de menos de un día por país a Cuba, Honduras, Belice, El Salvador y Guatemala. Siete visitas, cuatro viajes, solo a los vecinos, contra un mínimo de cincuenta de sus antecesores. ¿Es así como se promueve a México?

El argumento de la austeridad no aplica, menos aún ahora que se sabe que su secretario de defensa viaja con toda la familia, incluida su consuegra y ayudantes, con todos los gastos pagados por los contribuyentes mexicanos. En la conferencia matutina se habla de beisbol, pero no de estos temas.

Cuando AMLO dice que la mejor política exterior es la interior, mucho me temo que lo que quiere decir es que su estrategia es quedarse en México y fortalecer el vínculo con sus bases, consolidarse internamente para preservar y prolongar su poder, con defensas tipo la de Assange. Por eso los dictadores y líderes autoritarios, como Ortega de Nicaragua, Maduro de Venezuela, Díaz Canel de Cuba, Erdogan en Turquía y hasta Putin de Rusia, casi no salen de sus países. Como ellos, México se aísla cada vez más del resto del mundo.

No sé cómo hacen sus seguidores, todavía demasiados, para justificar tanta contradicción.

 

* Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute
TW: @mexainstitute

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.

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